Capítulo 4 - Buscados.
En algún lugar de Loregard un grupo de soldados imperiales recibe un sermón por parte de un oficial de alto rango.
"Lo tenían justo debajo de sus narices... y lo dejaron ir."
Su plateada armadura cubre todo su cuerpo. No usa casco, dejando su cabello suelto.
“Lo-lo sentimos capitán. Fue tan fácil capturarlo que no sospechamos que era él.”
Aquél que habló es golpeado por el capitán con su espada envainada.
"¡Cierra tu asquerosamente patética boca! Cómo te atreves a hablar sin el permiso de tu superior.”
Los otros tiemblan mientras miran como su capitán pisotea a su compañero, literalmente.
"Teniente, ¿sería usted tan amable de decirme exactamente lo que ocurrió?"
Un Caballero de cabello trenzado da un paso al frente. Uno que no aparenta estar nervioso, mirando directamente a los ojos de su superior.
"El criminal mantenía a un rehén humano. Mis hombres sólo actuaron de acuerdo con el código."
Las palabras del Caballero de rango inferior demuestran desafío, lo que enfurece al jefe.
"El código? ¡El código nos ordena castigar a los malhechores! Sacrificar la vida de un civil a fin de captar a alguien que ha hecho tanto mal como él no es más que una transacción barata."
Los dos comienzan un concurso de miradas. Tengo la impresión de que no se llevan bien. El capitán abandona y se aleja.
"Corra la voz teniente, no importa cuántas vidas sin valor les tome, ni siquiera la suya.”
El hombre monta en su caballo blanco.
"Encuentre al héroe demonio y tome su cabeza!"
Y se aleja galopando. Los soldados suspiran de alivio. El teniente mira hacia el cielo del amanecer.
"¿Hasta dónde te llevará, capitán?... Esa obsesión tuya..."
...
Eso fue muy dramático ¿no? Pero en fin, estoy algo preocupado por el par de “Yus”. La última vez que los vimos estaban tomando una siesta, así que veamos cómo les va.
"La vía más rápida para llegar a Algalord es por ahí, niña."
Ambos observan la puerta de una ciudad desde lejos.
"Al fin ..."
Justo en la frontera entre los reinos de Loregard y Algalord, La Ciudad de Grandes Muros: Orin. Como su nombre lo indica, es un lugar rodeado por enormes barreras de concreto, construidas para soportar guerras e invasiones. Esta ciudad es el hogar de la gran y renombrado academia de Algalord, famosa y respetada por entrenar a los mejores Caballeros en el continente. Lo anterior gran muralla de protección que rodea la ciudad sólo tiene dos aberturas para permitir la comunicación con el mundo exterior, una en cada reino, ambas altamente protegidas.
"¡Es como un sueño!"
Uno no puede ignorar la enorme sonrisa en el rostro de la joven.
"¿Por qué estás tan emocionada?"
Ni siquiera Yume
"Yo... nunca he estado en Algalord antes. Además..."
Yuki se da cuenta de que se dejó llevar y se sonroja. ¿No es linda?
“De niña era mi deseo de ser una de sus Caballeros."
“Con que es eso..."
Sus ojos se encuentran, la joven ríe ligeramente.
"Entonces, sería mejor que vayas por tu cuenta. ¡Te veré del otro lado!”
"¿Qué estás...?”
Una corriente de aire interrumpe a la chica y le hace cerrar los ojos. Los abre de nuevo sólo para ver que su compañero ya no está cerca. Al principio esto sorprende a la chica, pero luego recuerda que él es un demonio que puede usar magia.
"¡Bien! Supongo que será mejor seguir adelante."
Y ahí va. Para ser honesto, me gustaría acompañar a Yume. Por otra parte, este cuento se trata de Yuki. Tal vez algún día seré capaz de estar en dos lugares al mismo tiempo.
"Gracias a Dios pude recuperar mi dinero, pero mi espada no estaba por ningún lugar."
... ¿Qué, me olvidé de mencionar eso?
"Mejor compro una nueva."
Como sea. La heroína camina nerviosa a través de la entrada custodiada por soldados imperiales. Ahora está dentro de las grandes paredes. El lado Loregard de la ciudad se asemeja a cualquier pueblo regular. Gente alegre andando por ahí, vendedores gritando en las calles, niños jugando con sus amigos. Nuestra dama hace sus compras rápidamente, adquiere una espada regular, no muy diferente de la que tenía. Para ser honesto contigo nada espectacular ocurre allí. Pero todo es diferente en el otro lado de la ciudad, y Yuki lo nota tan pronto como llega a la puerta de la frontera. No está protegida por soldados imperiales, sino por los propios Caballeros.
"Es..."
Más allá de la puerta se encuentra la tierra de Algalord, el reino de reinos.
"Sólo un poco más."
En su intento por cruzar, las lanzas de los guardias se cruzan frente a ella.
"Alto ahí jovencita. Diga su nombre, y su propósito de abandonar el reino de Loregard, o de lo contrario no pasará."
Yuki se pone nerviosa. La pobre chica se petrifica al grado de que no puede articular palabra alguna.
"Yo-yo..."
"¿Nada que decir señorita? Se ve algo sospechosa."
¡Vamos chica, di algo!
"Me disculpo por esto, señores. Ella es conocida mía."
Los Caballeros levantan la mirada.
"Usted es...!"
Un hombre grande se para junto a nuestra heroína. Su cuerpo es envuelto por una gran capa.
"No fue mi intención causar ningún problema. Le dije a la señorita que se adelantara y me esperara, pero ahora estoy aquí. Así que, ¿podríamos entrar, por favor?"
La cara de Yuki se pone de todos los tipos de rojo. El hombre de pie junto a ella no sólo se comporta como un verdadero caballero, sino que también parece ser, como algunos dirían, atractivo.
"De acuerdo, puede pasar. Pedimos disculpas por las molestias."
"No hace falta."
Ambos, finalmente entran. Este es el primer paso de Yuki en el gran reino de Algalord. Un paso más en su búsqueda de ... bueno, una biblioteca. Una vez que están lo suficientemente lejos para no ser oídos por los guardias, la niña procede a mostrar su gratitud hacia el hombre con capa.
"Um, muchas gracias por lo que hizo allá atrás, señor."
"Una vez más, no hace falta."
Vaya manera de romper la tensión, pero qué más da. El lado Algalord de Orin es como una ciudad militar. Casi todos los residentes llevan puesta una armadura y cargan con armas. Algunos restaurantes que ofrecen comidas básicas, herreros y talleres de carpintería parecen ser los únicos negocios disponibles.
"Disculpe, señor, pero, ¿por qué me ayuda?"
A Yuki le resulta un poco difícil mirar a los ojos del hombre.
"Sólo vi a una damisela en desgracia e hice lo cualquier hombre de honor debería hacer."
"Oh..."
Algo me dice que no era la respuesta que estaba buscando.
"Por favor, perdone mi rudeza, señorita. No fue mi intención hacerle mal."
Apuesto a que toda chica se rinde a su sonrisa.
"Lo cierto es que me recordó a un viejo conocido, al cual apreciaba profundamente.”
De alguna manera las razones verdaderas del hombre son suficientes para que nuestra heroína se sienta aliviada. Los dos continúan caminando por la ciudad por un rato, hasta que se encuentran en la plaza del pueblo.
"Mi nombre es Gladio, orgulloso hijo de la familia Magna de Algalord. Ahora que le dí mi nombre, tal vez usted podría honrarme dándome el suyo.”
"Po... ¡por supuesto! Mi nombre es..."
Algo más capta la atención de la niña. Otra puerta vigilada, la cual protege una larga escalera. Al final de ella yace un enorme y elegante edificio. La renombrada academia de Caballeros: Aurea Aurora.
“Increíble.”
Ella corre hacia la puerta cerrada, para mirar más de cerca. Una brillante sonrisa aparece de nuevo en su rostro. Nuestra heroína ciertamente se ve como una “niña” en estos momentos.
“Tengo la impresión de que sientes admiración hacia los Caballeros de Algalord.”
“Lo siento, es sólo que me emocioné porque...”
Y una vez más nuestra heroína detiene su plática. Su vista es atrapada por un muro ubicado cerca de la entrada al territorio de la academia. En él, cinco carteles de “se busca” se exhiben. Yuki lee cada nombre cuidadosamente.
"Nightmare Wolfhart... Vankar Dargor... Erick Nekron... Arganthiel Raurich."
La joven se sorprende cuando lee el quinto cartel, uno con la cara de Yume impresa en ella.
"¿Héroe demonio?”
Creo qué éste es un momento adecuado para decir “continuará”.
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